Ámsterdam es una ciudad en la que antiguos habitantes conforman la historia y, por ende, todos aquellos lugares relacionados con ellos se convierten en motivo de visita. Este es el caso de Willen van Loon, fundador de la famosa Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales cuya vivienda, hoy convertida en el Museo Van Loon, nos descubre un pedazo del que fue uno de los períodos más gloriosos de la capital holandesa. ¿Te adentras con nosotros en los secretos de la época colonial?
Breve historia del museo Van Loon
El siglo XVII marcó un antes y un después en toda Holanda, ya que fue en este momento cuando, liberados del yugo español, el país de los tulipanes pudo exaltar todos los aspectos de su sociedad: desde la ciencia hasta la cultura, pasando por la economía. Un período conocido como «el siglo de oro neerlandés» el cual convirtió a la ciudad de Ámsterdam en la más próspera de toda Europa.
Un siglo de esplendor en el que la arquitectura y la economía iban especialmente ligadas, desplegándose un sinfín de viviendas y edificaciones de lujo en torno a los canales. Una de ellas se encuentra junto al famoso canal de Keizersgracht y fue erigida por el arquitecto Adriaan Dortsman, el mismo creador de la famosa iglesia luterana ubicada en Singel. Construida en 1672, en esta vivienda ajardinada de grandes esculturas e interior soberbio vivió durante un tiempo Ferdinand Bol, uno de los discípulos más respetados de Rembrandt, otro de los pintores que vivió en la misma zona hasta caer en bancarrota pocos años antes de su muerte.
Sería a finales del siglo XIX, concretamente en 1884, cuando la casa pasaría a formar parte de los Van Loon, una de las últimas «grandes» familias de Ámsterdam. Los Van Loon eran descendientes de Willem van Loon, nacido en el siglo XVI y co-fundador de la famosa Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales, la primera empresa que se decidió a lanzar sus flotas al mar para iniciar una época colonizadora que enriqueció aún más a Holanda. A su vez, losVvan Loon se convirtieron en una de las familias más ricas de Ámsterdam gracias a la concesión de títulos nobiliarios o sus negocios en el mundo de la banca.
La casa fue un regalo de Hendrik van Loon a su hijo Willem al casarse con Thora Egidius, una de las dondellas de la Reina Guillermina en aquel momento. De hecho, Thora fue la última habitantes de la casa hasta su muerte en 1945.
Como legado, quedó una vivienda que representa como otras pocas la riqueza de una época, colmada de tapices, muebles nobles y jardines que suponen en sí una obra de arte.
La casa museo fue abierta al público en 1973, convirtiéndose rápidamente en uno de los lugares más visitados de Ámsterdam.
Explorando el Museo Van Loon
Situada en el corazón de Ámsterdam, la del Museo Van Loon se convierte en todo un deleite para los amantes de la historia de Ámsterdam.
Dividida en dos plantas, la casa es el perfecto ejemplo de una vivienda acaudalada, en la que se inspira la opulencia y las influencias de las diferentes épocas en la que tuvo propietarios evocan un mosaico cultural de lo más singular.
Al entrar en el museo, la planta baja ilustra al visitante con parte de la esencia de lo que va a encontrarse. En las paredes lucen lienzos de todos los miembros de la familia Van Loon, desde el patriarca Willen hasta Thora Egidius, observando cada una de las estancias. En el comedor, una mesa tallada en madera muestra candelabros italianos, cubertería de plata y porcelana china. Todo un deleite a extender con una visita a las cocinas, donde las cortinas pintadas recuerdan las manías de unos Van Loon que no querían que los sirvientes pudiesen ver qué había más allá de las ventanas mientras estaban trabajando. Y allí, en un rincón, la sala de fumadores se sostiene sobre grandes alfombras persas y entre antigüedades procedentes de Italia o Francia.
El lujo de un hogar que contrasta con unas habitaciones de la servidumbre mucho más austeras, tal y como puede comprobarse en las diferentes dependencias repartidas entre el sótano y el ático de la casa.
Una de las características más típicas de la casa es la presencia de puertas secretas mediante las que los habitantes podían acceder de una dependencia a otra sin ser visto. Un entramado secreto que, por suerte, se mantiene para un visitante que podrá recorrer libremente cada una de las dependencias de la casa, desde la comentada planta baja hasta una superior en la que las habitaciones de los Van Loon confirman el esplendor de su tiempo, con espejos venecianos y sábanas cubiertas de mosquitera.
Tanta opulencia que, posiblemente, en algún momento sea necesario salir a tomar el aire. Pero no os preocupéis, que al final de la planta baja, más allá de las oficinas corporativas del museo, os aguarda un jardín de cuento erigido en 1970 siguiendo las pautas asimétricas y estéticas de la casa.
El jardín del Museo Van Loon imita las zonas verdes del siglo XVII formadas por setos, grandes árboles y hasta banquetas para sentarse. Un espacio en el que también podréis visitar la famosa casa de los carruajes adquirida por el museo en los años 70 y que recuerda la pasión por los caballos de la familia van Loon, existiendo diferentes arneses, monturas y carruajes a disposición del público.
A la hora de visitar el museo van Loon, el precio de las entradas es el siguiente:
Adultos: 9 euros.
Niños y adolescentes de 6-18 años: 5 euros.
Niños menores de 6 años: Gratis
También es gratis para aquellos visitantes que posean la I Amsterdam Card.
Respecto a los horarios, el museo abre todos los días de 10:00 a 17:00 horas.
Para llegar, lo mejor será tomar la línea 16, 24 o 25 con parada en Keizersgracht (Vijzelstraat).
El Museo van Loon supone adentrarse en un pedazo de la historia latente en las calles y barrios que se asoman a los canales, haciéndonos viajar en el tiempo.